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¿Qué es realmente la abundancia?


Cuando pensamos en abundancia, la mayoría imaginamos cuentas bancarias con grandes sumas, casas lujosas, autos costosos, ropas elegantes y mesas llenas de comida. Desde pequeños, se nos ha enseñado a relacionar la abundancia con la acumulación de bienes materiales. Pero ¿es eso lo que verdaderamente significa ser abundante?


La respuesta es no.


Eso que solemos llamar abundancia no es más que una manifestación superficial, un reflejo pequeño de lo que realmente somos capaces de expresar. La abundancia verdadera no se mide por lo que poseemos, sino por lo que somos, por la conexión con el momento presente y el poder creador que vive en nosotros.


Somos creadores. No en sentido simbólico, sino en el más literal y profundo. Creamos a través de nuestros pensamientos, nuestras palabras, nuestras emociones y nuestras percepciones. Todo lo que expresamos, todo lo que sentimos y todo lo que creemos con fuerza, da forma a nuestra realidad.

Como decía Jesús: “Si tienes fe del tamaño de un grano de mostaza, puedes mover montañas.” Esa es la fuerza del creer. Pero más allá de la creencia, existe algo aún más poderoso: el saber. Un saber que no está en la mente, sino encarnado en el ser. Cuando esa certeza habita en nosotros, la creación fluye naturalmente.


Sin darnos cuenta, estamos creando nuestras vidas en cada instante. Y si fuéramos plenamente conscientes de todo lo que generamos, nos abrumaría. Pero poco a poco estamos llegando ahí: a una mayor conciencia, a una comprensión más clara de nuestra responsabilidad creativa.

Al principio, nos fue dada una programación. Ideas, creencias y patrones profundamente anclados en nuestro interior, que moldean nuestras experiencias sin que nos demos cuenta. Son esos pensamientos inconscientes, manifestados en emociones y percepciones, los que construyen nuestra realidad, ladrillo por ladrillo.


Por eso, una de las formas más prácticas y poderosas de comenzar a crear de manera consciente es lo que enseña Eckhart Tolle con su claridad tan lúcida:“Reconocer el bien que ya tienes en tu vida es la base de toda abundancia.”


Cuando agradeces lo que ya está presente, cuando lo reconoces con el corazón y con plena conciencia, te alineas con el flujo de la creación. La presencia es la puerta de entrada a lo más. Y desde ese lugar de gratitud, comienzas a abrir el espacio para que lo nuevo llegue. Ya no se trata de perseguir, sino de recibir.


Esto es la abundancia: la certeza de que siempre hay más por amar, más por comprender, más por crear, más por ser. La vida no se detiene. La respiración no se agota. Siempre hay más oxígeno, más posibilidades, más caminos. Incluso cuando morimos, hay más vida. La abundancia es el movimiento eterno del ser, sin principio ni fin.


Estamos aquí para recordar cómo co-crear con lo divino. Y, en ese proceso, comprendemos que no estamos separados de Dios. Somos uno. No creamos junto a Él como dos entidades distintas; creamos en unidad, desde la misma fuente. Y cuando nos unificamos con esa conciencia, con esa sabiduría, todo empieza a fluir. La creación ya no es esfuerzo; es danza, es arte sagrado, es comunión.

Por eso, la abundancia no depende de tener una casa grande o una cuenta bancaria abultada. La verdadera abundancia es saber quién eres y desde dónde estás creando. Es confiar en la inteligencia que respira a través de ti, que mueve tu sangre, que hace crecer los árboles y girar los planetas. Es reconocer que el universo entero vive dentro de ti.


Y cuando vives desde ese saber profundo, no necesitas perseguir la abundancia.


eres abundancia.


Katiana

 
 
 

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